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La naturaleza de la Revelación
طبيعة الوحى
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2013 - 1434
La revelación se da cuando Dios imparte el conocimiento que Él desea a aquellos que ha elegido para que lo reciban. Dios les da este conocimiento para que lo divulguen a quienes Él desea.
Todos los mensajeros de Dios experimentaron revelaciones. Dios dice:
“Por cierto que te hemos concedido la revelación como lo hicimos con Noé y con los Profetas que le sucedieron. Asimismo revelamos a Abraham, Ismael, Isaac, Jacob, a las doce tribus, Jesús, Job, Jonás, Aarón y Salomón. Y concedimos a David los Salmos. Te mencionamos [¡Oh, Muhammad!] algunos de los Mensajeros que enviamos y otros no. Y sabe que en verdad Dios habló con Moisés directamente”. (Corán 4:163)
La posibilidad de la revelación divina no puede ser negada por nadie que crea en la existencia de Dios y su omnipotencia. Dios mantiene a Su creación en la manera en que a Él le complace. La conexión entre el Creador y Su creación es a través de Sus mensajeros, y los mensajeros conocen de Dios sólo lo que Él desea a través de la revelación, ya sea directa o indirectamente. La racionalidad de la mente no puede rechazar la posibilidad de la revelación porque nada es difícil para el Creador Todopoderoso.
La naturaleza de la revelación
La revelación no es una experiencia personal que los profetas experimentan por sí mismos. No es un estado espiritual que las personas alcanzan haciendo algún tipo de meditación o ejercicio espiritual. Por el contrario, la revelación es una comunicación entre dos: Uno que habla, ordena y da; y el otro que es al que se dirige, el que obedece y recibe. El Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Allah sean con él (como con todos los profetas de Dios), siempre tuvo claro Quién era el origen de la revelación. Como un ser humano, él sintió su debilidad ante Dios, sintió temor de Dios en caso de desobedecerle, y anhelaba la misericordia de Dios.
Él buscó la ayuda de Dios, sometiéndose a las órdenes que debía cumplir, y en ocasiones fue severamente reprendido por Dios. El Profeta admitió su absoluta inhabilidad para alterar siquiera una palabra del libro de Dios. Dios dijo:
“Cuando se les recitan Nuestros claros preceptos, quienes no esperan comparecer ante Nosotros dicen: Tráenos otro Corán distinto o modifícalo. Diles [¡Oh, Muhammad!]: No me es permitido modificarlo, sólo sigo lo que me ha sido revelado. Por cierto que temo que si desobedezco a mi Señor me azote el castigo de un día terrible. Di: [Acaso no reflexionáis que] Si Dios no hubiera querido no os lo habría dado a conocer [el Corán], y yo no os lo habría recitado. Vosotros bien conocéis mi lealtad y confiabilidad, puesto que viví muchos años entre vosotros antes de la revelación”. (Corán 10:15-16)
Esto debe dejar perfectamente clara la diferencia entre la esencia, atributos y las acciones del Creador y las de su creación.
El Profeta tomó gran cuidado en distinguir entre sus propias palabras (el hadiz) y las palabras directas de Dios, aunque ambas eran el resultado de la revelación. Por esta razón, en el periodo temprano de la revelación él prohibió que cualquier cosa que él dijera fuera escrita, excepto el Corán. Esto preservó para el Corán su particularidad de ser la absoluta palabra de Dios, sin ser mezclada con las palabras de las personas.
El Profeta también hizo una distinción entre sus palabras que eran su opinión y las que eran parte de la revelación de Dios.
Él dijo: “Yo soy sólo un ser humano. Las opiniones pueden ser correctas o equivocadas. Pero cuando yo les digo que Dios dice algo, sepan que yo jamás atribuiría algo falso a Dios”.
El profeta no tuvo intervención en la revelación que recibía. La revelación fue una fuerza externa a la persona del Profeta. Él no era capaz de manipularla en ninguna forma. Esto está evidenciado por el hecho de que en ciertas crisis que le sucedieron al Profeta o a aquellos alrededor de él que requerían solución inmediata, el Profeta no tenía versículos del Corán para recitar a su gente. Tuvo que mantenerse en silencio y esperar, algunas veces desesperado, hasta que Dios, en Su gran sabiduría, reveló lo que era necesario.
Un buen ejemplo de esto es cuando Aisha, la esposa del Profeta, fue acusada de adulterio por los hipócritas aunque ella era inocente. La gente comenzó a decir cosas que eran dolorosas para el Profeta, al punto que su corazón estaba a punto de estallar. Él no pudo prohibir esto. Lo único que pudo decir fue:
“Oh Aisha, he escuchado esto y aquello. Si eres inocente, Dios mostrará tu inocencia, y si has caído en pecado, pide el perdón de Dios”.
Un mes completo pasó antes de que la revelación llegara declarando la inocencia de Aisha y exonerara al hogar del Profeta.
En resumen, la revelación no tiene nada que ver con las elecciones o deseos de quien las recibe. Es un evento externo e inusual. Es una fuerza de conocimiento, porque da conocimiento. Libre de error, viene sólo con la verdad y sólo guía hacia la verdad.
Cómo la revelación llega a los ángeles y los profetas
En el Corán está mencionado que Dios le habla a los ángeles. Dios dice:
“Y cuando tu Señor les dijo a los ángeles: Yo estoy con vosotros, inspiradles valor a los creyentes…”. (Corán 8:12)
La revelación a los ángeles ocurre cuando Dios les habla a ellos y los ángeles escuchan de Él.
La revelación a los mensajeros humanos de Dios llega directamente o a través de un intermediario. En el caso de que haya un intermediario, es el ángel Gabriel quien trae la revelación. Hay dos formas en que esto ocurre:
1. El ángel vendría a él con una voz que asemeja el sonido de una campana. Esta es la forma más severa en que la revelación venía a un mensajero. La fuerza de tal sonido demandaba la atención completa de la persona a la cual había sido dirigida. Cuando las revelaciones llegaban de esta manera, eran extremadamente exigentes con las facultades de los mensajeros.
2. El ángel vendría en la forma de un hombre. Esta forma era más fácil que la anterior, porque la forma del mensajero angelical era familiar al mensajero humano y, por lo tanto, más fácil de relacionarse.
Ambas formas fueron mencionadas por el Profeta a Al-Hariz b. Hisham cuando este le preguntó cómo le llegaba la revelación. El Mensajero de Dios dijo:
“A veces viene a mí como el sonido de una campana, y esta es la más difícil para mí. Pesa sobre mí y yo me empeño en memorizar lo que dice. Y otras veces el ángel viene a mí en forma de hombre y me habla, y yo me esfuerzo por memorizar lo que él dice”.
Las revelaciones sin intermediario ocurren de dos formas:
1. Un sueño agradable. Aishah relató:
“Comenzó como un sueño agradable mientras dormía. No tendría un sueño sin que se concretara como la luz clara del día”.
Esto fue para preparar al Mensajero de Dios para recibir la revelación en despierto. Todo el Corán fue revelado mientras el Profeta estaba despierto.
La historia de Abraham, cuando fue ordenado sacrificar a su hijo, demuestra cómo el sueño puede ser una forma de revelación sobre la que es obligatorio actuar. Dios dijo:
“Y le albriciamos con un niño que sería paciente y tolerante. Y cuando éste alcanzó la pubertad, [Abraham] le dijo: ¡Oh, hijito mío! En verdad he visto en el sueño que te sacrificaba; mira pues, qué opinas. Dijo: ¡Oh, padre mío! Haz lo que te es ordenado; por cierto que me encontrarás, si Allah quiere, entre los pacientes. Y luego que ambos se resignaron y lo echó sobre la frente [para sacrificarlo], le llamamos: ¡Oh, Abraham! Has realizado tu visión. Y por cierto que así retribuimos a los benefactores. En verdad, esta es una verdadera prueba. Y lo rescatamos [a su hijo], ordenando a Abraham que sacrificara en su lugar un animal e hiciera una gran ofrenda. Y dejamos su historia [la de Abraham] para la posteridad, para que cuando Abraham sea recordado entre Mis criaturas, digan: ¡La paz sea con Abraham! Así es como recompensamos a los benefactores. En verdad, él era uno de Nuestros siervos creyentes”. (Corán 37:101-111)
Si ese sueño no hubiera sido una revelación a la que se tuviera que obedecer, Abraham nunca hubiera procedido a sacrificar a su hijo, pero, de hecho, casi lo hizo. Él sólo se detuvo porque Dios se lo ordenó y le ordenó sacrificar otra cosa en su lugar.
Los sueños agradables no son sólo para los profetas. También ocurren a los creyentes, aunque no son una revelación. El mensajero de Dios dijo:
“Nada queda de la profecía excepto las visiones verídicas” Cuando fue preguntado sobre las visiones verídicas, dijo: “Los sueños”.
2. Dios habla directamente detrás de un velo: Esto sucedió al Profeta Moisés. Dios dijo:
“Y cuando Moisés acudió al encuentro y su Señor le habló…”. (Corán 7:143)
Dios también dijo:
“Te mencionamos [¡Oh, Muhammad!] algunos de los Mensajeros que enviamos y otros no. Y sabe que en verdad Dios habló con Moisés directamente”. (Corán 4:164)
Esto también le pasó al Profeta Muhammad en su viaje nocturno y ascenso a los cielos, y su Señor le habló.
Todas estas formas de revelación están mencionadas en el Corán. Dios dice:
“Dios no habla con los Mensajeros directamente, sino que lo hace detrás de un velo [como lo hizo con Moisés], o enviando un mensajero [el ángel Gabriel] para transmitirle por Su voluntad lo que Él quiera de la revelación, o mediante inspiraciones divinas; porque es Sublime, Sabio”. (Corán 42:51)